Pasé muchos años de mi vida buscando a mi príncipe azul y descubrí que mi príncipe azul había estado siempre ahí, frente al espejo. YO SOY MI PRINCIPE. Durante todo ese tiempo, creí que mi felicidad dependía de alguien más, de un amor romántico, de una figura que me rescatara. Pero, al final, entendí que el verdadero poder radica en mi propia autonomía y en la capacidad de amarme y cuidarme a mí misma.
Y prometo hacerme muy feliz todos los días de mi vida. Prometo celebrar mis logros, abrazar mis fracasos como lecciones valiosas y caminar con la cabeza en alto, sabiendo que soy suficiente tal y como soy. No necesito que nadie valide mi existencia, porque yo soy la dueña de mi destino y la creadora de mi felicidad.
EL DÍA QUE ME DI CUENTA QUE NO NECESITABA UN HOMBRE, entendí que no se trata de llenar un vacío, sino de reconocer mi propia fortaleza. Dejé de buscar fuera lo que ya estaba dentro de mí: mi valentía, mi inteligencia, mi capacidad de amar, y sobre todo, mi independencia. Ya no busco un "complemento", porque yo ya soy completa.
La independencia no es solo una elección, es una declaración de poder. Y ese poder está en cada mujer que se elige a sí misma, que se acepta sin condiciones, que se empodera para tomar las riendas de su vida. Porque la verdadera libertad está en saber que nuestra felicidad no depende de nadie más que de nosotras mismas. Y ese es el más grande acto de amor propio.
Emma ⭐️
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